El caso de la greco-californiana encerrada en un psiquiátrico de Transilvania
Heredera de otras divas transgresoras como Yoko Ono, Laurie Anderson o la mísmisima María Callas, ha compuesto piezas memorables y versioneado otras, a su manera, de artistas diversos. Casi siempre ha sido objeto de consumo de la élite del avant-garde y el after-punk, su estilo aparentemente marginal le ha servido hasta la fecha, para moverse por auditorios y festivales de música considerados como "cultos".
Su voz, su manera de interpretar es muy enigmática y desgarradora , a pesar de ser una gran vedette gótica, hace pensar también en que puede sufrir algún tipo de trastorno psíquico o trauma irremediable y que no se trata de una simple actuación. Es innegable que se pasa miedo al escucharla en sus momentos de trance gutural y sus pintas "neo". Muchos de sus temas suenan como misas tenebrosas o como relatos épicos del Egeo cantados por Medusa. A nadie le gustaría compartir techo con la Galas después de escuchar un par de sus LPs. Esta mujer deja en párvulos a artistas de horror-rock como Marilyn Manson o Alice Cooper.
En su disco de 1992 "The Singer" versioneaba magistralmente al grandísimo Screamin' Jay Hawkins.